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miércoles, 2 de marzo de 2011

Enredado en las redes sociales




Internet ya no es tan nueva. Su uso comenzó a hacerse masivo a mediados de los noventa. Sin embargo seguimos percibiéndolo como algo revolucionario. Desde luego si algo nos ha dado es conversación. Cada dos por tres surgen comentarios y debates sobre la forma en que la red ha cambiado y, sobre todo, cambiará el mundo. Lo que ocurre es que unos fenómenos van dando el relevo a otros. Ahora son las redes sociales. Ocio y negocio, política y economía, todo parece girar en torno a facebook y twitter.

Yo no sé nada de internet. Lo uso y descubro sus posibilidades cada día. No me planteo mucho más. Es divertido dejarse llevar. Ahora estoy en twitter. No voy a negarlo: me parecía una cosa para los más frikis del pueblo. Y no deja de serlo. Pero es mucho más. Comencé a interesarme hace poco cuando leí un post de Obamaworld en el que comentaba que con twitter se había diseñado su propio periódico. Hay medios de comunicación (sobre todo extranjeros) que tienen servicios de twitter rapidísimos. Cuando lo del animal menor Mubarak seguí el proceso fascinado. Llegaban rumores, desmentidos y confirmaciones minutos, a veces horas, antes de que los publicaran las webs de los grandes medios. Daba la sensación de vivirlo en directo más que con la CNN.

La primera de sus muchas virtudes es que permite una difusión rapidísima. Es lógico que los revolucionarios árabes lo hayan preferido al teléfono y a las señales de humo. De modo que los lemas, consignas, proclamas, anuncios, reflexiones, insultos, majaderías, etc. no cortan el mar sino vuelan. Sobre todo con twitter. Hablando en concreto de política, se ha cuestionado el compromiso twittero. Según Hernández Busto (citando a M. Gladwell) el éxito del activismo en facebook se basa en que permite a la gente hacer algo que no le exige apenas sacrificio. El artículo se publicó antes de lo de Túnez y Egipto. Los cibernautas de estos países compartieron su frustración y en algún momento decidieron hacer algo más. Por supuesto, en sus países ese algo más pasaba por echarse a la calle.

¿Y en el occidente opulento (ja)? Hombre, aquí ya hay democracia, así que la gente puede manifestarse o hacer huelga o encadenarse a un coche oficial, pero normalmente esperará a las elecciones para votar en contra de lo que quiere cambiar. Aquí los ciberactivistas pretenden ejercer presión para influir en los resultados electorales. Recientemente ha habido dos iniciativas que sirven de ejemplo. La muy sonada nolesvotes.com (contra los partidos que apoyaron la Ley Sinde: PSOE, PP y CiU) y la más reciente de Avaaz.org para evitar que los partidos puedan llevar a imputados en sus listas. ¿Son influyentes estas formas de movilización? Intuyo que sí por dos motivos: llegan a muchísima gente y parecen surgir de forma espontánea. El número es importante. A lo mejor para lo de la Plaza Tahrir sólo se movilizó el 10% de los que recibieron la convocatoria, pero si la recibieron dos millones, el lío estaba asegurado. Y la apariencia de espontaneidad, de movimiento de masas, siempre ha ayudado a reducir los recelos de la gente de ser manipulada.

¿Y qué hacen nuestros políticos? Pues principalmente, y hablando en jerga, cagarla. Están empeñados en crear lo espontáneo. Pues mire usted, si lo crea ya no es espontáneo. Como te vean venir las redes sociales no van a ser tu salvación, sino la sala en la que te harán la autopsia y se reirán de cada trocito de tu cadáver.

Por último, una bonita coincidencia: advierten contra los peligros de las redes sociales los curas de toda la vida y los nuevos párrocos.