martes, 7 de abril de 2009

Buenas tardes

Yo les daré un pronóstico para el invierno: será largo, será frío y durará toda la vida.
Bill Murray (El día de la marmota)

Buenas tardes. No soporto que me hablen de la crisis. Me deprime y me quita el apetito. He perdido cuatro kilos. Los pantalones me quedan grandes. Mis ojeras se ahondan. Me enfado con Guti. No tiene sentido.

Soy un firme defensor de la realidad. Es el único sitio donde puedes comerte un buen cocido. Detesto el relativismo tipo Lionel_Hutz : la verdad, pero qué es la verdad y ustedes ya me entienden. No comprendo que la gente sea optimista o pesimista cuando puede limitarse a ser realista. Creo que el autoengaño es una fuerza poderosa al estilo del reverso tenebroso: nadie está libre y puede llevar al más pintado a la perdición.

A día de hoy cualquiera te explica la crisis. En el trabajo, por supuesto, pero también en el supermercado, en el bar de la esquina, en el autobús o en la comida dominical con los cuñados. Todo el mundo te la explica y todo el mundo aporta nuevos casos, nuevos detalles, un ángulo más oscuro. Si hay más de dos personas en la conversación, inevitablemente se genera una escalada en el pesimismo. Nadie se reserva un dato negativo o un caso truculento. Pero detecto que, en general, la gente no se agobia. No deja de ser conversación ligera, como si se hablara de fútbol. En un tiempo récord ha aparecido un nuevo y completo repertorio de tópicos. Por supuesto no están sólo en la calle, sino también en los medios.

A un tipo tan templado y maduro como yo, esto no debería afectarle. Es el mundo, es la vida. Mozo, otra cerveza. Vuelve la primavera, llega la Semana Santa, el Madrid cae en octavos. Hacemos planes para el verano, para el fin de semana, para la cena. A mi alrededor sigue la misma gente, el mismo paisaje. No debería afectarme. Pero mire usté, me afecta. ¿Es la incertidumbre? ¿Es la perspectiva de un cambio profundo? ¿Es la revelación de que las cosas no son como yo creía? ¿Es el miedo al fracaso? ¿Es que soy el único que se siente así? ¿El único que tiene la sensación de ser un subprime?

Lo reconozco, soy un subprime. Me vendí por más de lo que valía. Pero amigos, no estoy solo. A estas horas se está produciendo una crisis de gobierno. A un ejecutivo subprime le va a sustituir otro más subprime aún. Pero meterse con el gobierno es muy fácil. Miremos al PP. Le afloran los corruptos como activos tóxicos. Vayamos más lejos: mi partido, UPyD, se abstiene en la votación de Arantza Quiroga como presidenta del parlamento vasco. A ver si vamos a ser un poco subprime también. El Real Madrid lleva cinco años en quiebra futbolística. Estaba sobrevalorado porque había aprovechado el suicidio del Barcelona en las dos últimas ligas. Somos los Lehman Brothers del fútbol europeo. No hay español que no tenga un familiar (como poco en tercer grado) con un crédito por pagar y un solar por construir. El socio fundador de los Legionarios de Cristo tuvo un hijo ilegítimo. Las burbujas estallan a nuestro alrededor, en este mundo sutil, ingrávido y gentil.

Sí, el mundo ha resultado un sitio mucho más subprime de lo que pensábamos. ¿Qué hacer? No tengo ni idea, pero algo me dice que hay que cambiar. Detesto ser vago, pero es que estoy en crisis. No sé nada. Espero estar en proceso de saber. La idea es aceptar la crisis como algo inevitable, y en cierto modo, constante. Cuando más estable parece la realidad, es cuando se está fraguando la próxima crisis. Por supuesto, no hablo de economía. En política, hace tiempo que me di cuenta de que no existe una solución. El mejor sistema es el que mejor se adapta a los cambios, el que mejor articula la realidad de las cosas, y el peor el que pretende amoldar la realidad a un patrón idealizado. En fútbol, el mejor entrenador no es el que inventa un sistema infalible y pone a los jugadores a su servicio, sino el que acepta la plantilla que tiene y diseña el sistema que mejor se adapta a ella. En el póker, el perdedor es el que pretende deducir las cartas que van a salir a partir de las que salieron en manos anteriores. Ah, el póker, cómo lo echo de menos. El principal reto del jugador de póker es aceptar que sus cartas no van a ser las mejores de la mesa sólo porque él es él. Parece fácil, pero es muy difícil. Lo que trato de decir - generalizando sin compasión - es que no sabemos por dónde nos va a venir la próxima crisis, y que más nos vale ser flexibles.

Escribir me ayuda a ver las cosas de otro modo. Escribiendo me he dado cuenta de que pensaba cosas que ni siquiera pensaba que pensaba. Actualizaré este blog semanalmente (al menos) con lo que se me vaya ocurriendo. Tratará de mis modestas cositas: política, religión, lieteratura, epistemología, baloncesto. En fin, de lo que sea. Si os apetece podéis leerlo de vez en cuando. De hecho lo escribo para que alguien lo lea, pero que nadie se sienta presionado. Si queréis colaborar podéis hacerlo en los comentarios o mandándome por email lo que queráis que se publique, y así se hará.

Saludados.