lunes, 20 de diciembre de 2010

domingo, 12 de diciembre de 2010

¡Estoy escandalizado, escandalizado!


No creo que se haya tenido en cuenta suficientemente, a la hora de juzgar a los controladores aéreos, la cantidad de conversación que nos han dado. ¿Cuánto vale que los parroquianos puedan dejar descansar a Mourinho y Belén Esteban por unos días? Lo que han conseguido entre el célebre sindicato, el fotogénico portavoz y el fantasmal gobierno equivale a sacar a España de su triste celda y darle un paseo por el patio de la prisión. El estado de alarma debería ser obligatorio con carácter anual, cuando menos.

Pretendía no volver a subirme a la torre de control, pero elegí un mal día para dejar de oler pegamento. Creo que el asunto ha sido instructivo, en especial para el que haya podido abstraerse del ruido. Las crisis tienen la rara facultad de iluminar aspectos de la realidad que habitualmente están en la penumbra. Como aquel oficinista que un día llegó a casa antes de la hora y descubrió que su mujer, pese a no haber terminado la primaria, no sólo conocía algunos términos latinos sino que habría aprobado un examen oral.

En fin, que estoy escandalizado: he descubierto que en este garito se juega:

1. En España el criterio que se usa para juzgar cómo le va a uno en la vida es el nivel de ingresos (en relación directa), aunque seguido muy de cerca por las horas de trabajo (en relación inversa). Esto explica por qué cuando a la gente le dicen que el sistema de pensiones es insostenible tiende a taparse los oídos y a gritar "habla chucho que no te escucho". Que te paguen por no hacer nada es al español lo que el Valhalla a los vikingos. Solo que en lugar de un barco en llamas hay un autobús a Benidorm.

2. Para alcanzar el éxito dan igual las cualidades personales. De hecho algunas - como la honestidad, la generosidad o la ecuanimidad - pueden ser un engorro. Otras, como la inteligencia o la pasión, tienden a identificarse con el oportunismo y la oligofrenia. Y otras, como la virtud cívica, se desconocen.

3. Esto es magnífico, porque una vez devaluada cualquier cualidad personal, se ha alcanzado la auténtica democracia a través de lo que he dado en llamar el igualitarismo del listillo. El que llega más alto es el que sabe hacerse un hueco en una posición estratégica que le confiera un gran poder de negociación. Al listillo suele llamársele inteligente, además de guapo, valiente y orgullo de su prez: todo con tal de que nos haga un hueco a su vera.

4. Los debates públicos se desarrollan en neolengua. "Los controladores usan para mejorar sus condiciones laborales su dominio sobre el espacio aéreo. No juzgamos si ganan mucho o poco: lo que afirmamos es que ese dominio es ilegítimo ya que se ejerce sobre un bien público. Es como si un grupo de interés cualquiera pudiera impedir a la gente salir a la calle". ¿Saben qué miembro del gobierno dijo esto? Ninguno. Y eso que hablaron sin parar.

5. Al gobierno se le puede criticar al mismo tiempo por una cosa y la contraria. Es imprevisor porque decretó el maldito estado de alarma en pleno puente, y por el mismo motivo es maquiavélico: sabía la que se iba a montar y lo aprovechó para ganar puntos con la opinión pública.

6. En cambio se pasa por alto la verdadera responsabilidad del zapaterismo. Por un lado haberse entregado, desde el día en que llegó, a pactar cualquier cosa con cualquiera que pudiera proporcionarle algún rédito político. Por ejemplo el Estatut. Por ejemplo la negociación con ETA. Por ejemplo los últimos presupuestos (y los anteriores). El problema no es pactar, claro. El problema es que siempre es a cambio de privilegios (ellos, que tanto han criticado los de los controladores). Aun reconociendo que ya existiera cierta tendencia, ¿puede extrañarnos que a estas alturas en España todo el mundo crea que la ley es una suave seda que pasarse por el arco del triunfo? ¿Nos puede sorprender que cada grupúsculo de interés se crea en su derecho de hacer su santa voluntad? Un día habrá que hacer una lista, pero quizás sea esto lo peor que Zapatero ha dicho a España: que no tenemos nada en común, que esto es un sálvese quien pueda, que cualquiera puede ser presidente, Sonsoles.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Pollos financieros y mercados sin cabeza (y II)... y controladores descabezados




En todos los discursos, tanto a favor como en contra del gobierno, se contempla a los agentes económicos como entes dotados de racionalidad. Lo que, simplificando, es que usan la información que tienen para conseguir el mayor dinero posible. Podría decirse que lo que le ha pasado a los controladores aéreos es que les faltaba información: no conocían el alcance del estado de alarma. Podría decirse, pero yo no lo diría.

Lo que pasa es que la racionalidad es un animalito que no se deja atrapar fácilmente. Para ciertos entretenimientos, como los tests de inteligencia, resulta útil como la infame llave allen de Ikea. Pero imagine, imaginativo lector, que compra usted una estantería y cuando abre el paquete se encuentra con el árbol en bruto y una llave allen como toda herramienta.

El motivo por el que los economistas (o muchos de ellos) tienen fama de predecir magníficamente el pasado es que usan el paradigma de la llave allen, y cada vez que se abre el paquete y aparece un árbol en bruto modifican sus teorías para incluir la sierra eléctrica dentro del campo semántico de la llave allen. Así, todo termina siendo racional. Y mire usted. Tampoco.

Desde la psicología cognitiva Daniel Kahneman ganó un premio Nobel de economía por aportar evidencia empírica sobre nuestras dificultades para manejar probabilidades en la toma de decisiones. El darwinismo explica que nuestras mentes evolucionaron en un entorno lleno de depredadores, escaso en alimentos y en el que no existían flujos de capital a corto plazo ni hedge funds. En estas condiciones es normal que caigamos en falacias de todo tipo. Escrito desde el mundo financiero, se recomienda El Cisne Negro, de Nassim Nicholas Taleb, un experto en falacias más bien faltón y gamberro, o sea, muy divertido.

La negociación de los controladores con el gobierno podría estudiarse desde un punto de vista de decisiones racionales. Seguro que ya hay alguien escribiendo un ensayo en el que aplican la teoría de juegos, el dilema del prisionero y el resto de aparataje. ¿En qué han fallado los señores de los minaretes? ¿Les faltaba información? No lo creo: el arma que los bajó de la burra estaba en la Constitución. Puede que su petenencia a un grupo cerrado altamente endogámico les condujera a creerse una especie de elegidos intocables, cual los miembros de una secta. También puede que cayeran en la famosa falacia del pavo: durante cien días el pavo piensa que el hombre es su benefactor. El día 101, que resulta ser el de Navidad, el hombre entra en el corral con un hacha. El pavo se percata de su error al tiempo que nota un cosquilleo en el gaznate. El controlador piensa que el gobierno es un ente bondadoso (o débil) porque nunca en treinta años ha decretado el estado de alarma. Pero en vísperas de la Constitución el vicepresidente aparece con un decreto ley y una llave allen que se parece muchísimo a un hacha.

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Actulizado 7/12 a las 14:10