sábado, 13 de noviembre de 2010

Dios y tal




El 5 de septiembre El Mundo publicó este editorial sobre Stephen Hawking y su famoso libro.

Yo envié esta carta al director, que no me publicaron:

Sr. Director:

El editorial de EL MUNDO sobre las afirmaciones de Hawking me causa varias perplejidades. Sostiene el editorial que ante el misterio de la materia y la nada, tan probable es la existencia de Dios como su inexistencia. No es así, ya que la existencia de Dios nos dejaría en la misma situación: ¿quién creó a Dios? La afirmación de un ser, una entidad eterna no es un argumento de la lógica, sino el fin de la misma. No digo que no pueda sostenerse, sino que no se le puede aplicar el término hipótesis, un término de metodología científica.
Otra perplejidad: si como afirma el editorial no caben interpretaciones relativistas (y por tanto Dios existe o bien no existe) la carga de la prueba cae sobre los que pretenden que existe. No se puede pretender que lo sobrenatural juegue en el campo de lo natural. Y no digamos ya el salto de la existencia de un ente creador a la de un ente moral que juzga a los seres humanos, como su editorial se permite sin argumentación alguna.
Pero lo que de verdad me deja estupefacto es la solicitud de respeto para las afirmaciones hechas desde la fe a la vez que se acusa a los científicos en general de vivir en una torre de marfil y compartir migajas de conocimiento con el vulgo. ¡Pero si es al contrario! El conocimiento científico es público por definición y está a disposición de cualquiera. El sometimiento estricto de la ciencia a las leyes de la lógica deja cualquier afirmación expuesta a la refutación. ¿Que algunos científicos son soberbios? Bien, la soberbia no es de su exclusivo patrimonio. En cambio han sido las jerarquías religiosas las que - ellas sí, desde una torre de marfil - se han pretendido intérpretes de la voluntad de Dios, un saber absoluto no sometido a refutación. Y, efectivamente, han compartido con el vulgo unas migajas de ese saber. Afortunadamente esta actitud histórica se ha atenuado en los países cristianos, pero se mantiene oscuramente victoriosa en muchos países islámicos.
A pesar de ello, siempre se exige respeto para las creencias religiosas más diversas. No tiene esa suerte el ateísmo, al que se exige discreción (a ser posible silencio), y cuando ese silencio se rompe se le acusa de soberbia. Acusación que invariablemente han recibido los hombres de ciencia de los hombres de Dios cuando a lo largo de la historia han hecho afirmaciones basadas en la razón que cuestionaban los dogmas imperantes.

Atentamente,

Juan de Ávila González Moyano

Dejo también un artículo de Savater al respecto, del 10 de septiembre en El País.

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